Republic of the Philippines
SUPREME COURT
Manila

EN BANC

G.R. No. L-1595             February 7, 1950

EL PUEBLO DE FILIPINAS, querellante-apelado,
vs.
ANTONIO CORASO, acusado-apelante.

D. Ricardo P. Tongoy, en representacion del apelante.
El Procurador General Auxiliar Sr. Guillermo E. Torres y el Procurador Sr. Luis R. Feria, en representacion del Gobierno.

PABLO, J.:

En la maņana del 3 de octubre de 1944, el acusdo y varios soldados japoneses fueron a la casa de Severo Perves en la Isla de Pasig, del barrio Bato, Sta. Cruz, Davao, ordenando que bajasen los ocupantes llamados Severo Perves, Alipio Relator, Ciriaco Relator, Salvador Sajitas, Gelacio Pantoja, Jacinto Antiola y Victorina Antiola, y despues de reunirles en grupo, el acusado con algunos soldados se marcho dejando guardias para vigilar a los que se habian quedado. Algun tiempo despues el acusado y los soldados japoneses volvieron con diez personas arrestadas, y entre ellas estaban Jose Ganados, Odong Porticos y Candido Procolios. Despues de juntar este segundo grupo con el primero, el acusado con algunos soldados se marcho y a su vuelta trajo otras once personas tambien arrestadas. Reunidos los tres grupos en uno, el acusado comenzo a preguntar por el paradero de Lapini que era un miembro de la guerrilla, advirtiendoles que si no decian la verdad, serian atados. Como nadie contesto a su satisfaccion, los varones, entre los cuales estaban Graciano, Roman, Severo Salvador y Severo Perves, fueron maniatados por la espalda uno por uno por los japoneses y el acusado. Solamente las cinco mujeres no fueron atadas como los varones. Este grupo de varones recibio orden de embarcarse en tres botes para ser llevado al campo del ejercito japones en Bato. A su arribo al lugar, a eso de las nueve de la maņana, los varones fueron atados a un poste, como animales de labor y despues grupo por grupo fueron llevados a los altos de la casa que estaba cerca del lugar para ser investigados por el acusado y cinco soldados japoneses. Estos querian saber el paradero de Lapini. Despues de la investigacion infructuosa, los arrestados fueron atados otra ves al poste; pero a indicacion de los oficiales japoneses que acababan de llegar, fueron desatados y conducidos a la calle donde les esperaba el acusado y estaba un truck que les llevo luego al cementerio de Digos. Juntamente con ellos iban diecisiete soldados japoneses, y en pos, seguian dos trucks con soldados y oficiales japoneses. Antes de atravesar el puente colgante, se les ordeno que se apeasen del truck y que se pusiera en fila debajo de los arboles de avocado; otra vez se les pregunto por el paradero de Lapini y como no podian dar contestacion satisfactoria porque no lo sabian, fueron llevados uno por uno al matorral en donde fueron muertos: el primero fue Alipio Relator, un soldado japones le maltrato y al caer al suelo le dio dos sablazos en el abdomen; Diano, Roman y Salvador Satijas fueron llevados cerca de un hoyo y, arrodillados, fueron decapitados, y Severo Perves, que habia de ser el quinto, aprovechandose de un descuido del soldado que le guiaba, se escapo, y gracias a la espesura del matorral y porque eran ya a las siete de la noche no consiguieron cogerle ni matarle a tiros. Perves fue el unico testigo que declaro sobre el sablazo y decapitacion porque no habia ninguno otro disponible, y aseguro que fue el unico que sobrevivio porque ya no volvio a ver a sus companeros que fueron llevados al matorral cerca del cementerio. Victorina Antiola que fue una de los que habian sido arrestados en la primera casa, confirmo las declaraciones de Severo Perves en cuanto a los hechos ocurridos desde su arresto hasta que fueron colocados en un truck, pues hasta alli solamente llego ella en compania de otras mujeras. La ultima vez que Victorina Antiola vio a su esposo Alipio Relator que era uno de los maniatados, fue cuando juntamente con sus compaņeros, fue llevado por el acusado y soldados japoneses en un truck.

A eso de las dos de la madrugada del 18 de marzo de 1945, el acusado y unos cien soldados japoneses fueron a la casa de Demetrio Jevera en Quiagot, municipio de Santa Cruz, Davao, para arrestarle por tener conexion con la guerrilla. A la llegada de los japoneses, Cirilo Jevera, hijo de Demetrio, por miedo se escapo y los japoneses dispararon tiros contra el. Por las heridas causadas por los proyectiles en la pierna izquierda, nalga izquierda y abdomen, fallecio dos dias despues. Demetrio y su hijo Evangelista Jevera que no tuvieron tiempo de fugarse fueron cogidos y maniatados porque no querian revelar en paradero de los guerrilleros que en la noche anterior estuvieron en su casa. Por tantos maltratos Demetrio termino por decir que los guerrilleros habian bailado en la casa de Florentino Riosora. Inmediatamente Demetrio fue llevado por el acusado y soldados japoneses a la casa de Florentino en donde hallaron a Faustino Roxas y Marcos Padilla. Estos tres fueron maltratados porque no querian dar informe sobre el paradero de aquellos que habian estado en la casa. Despues de la investigacion, Florentino, Marcos y Faustino fueron llevados al cuartel, y algun tiempo despues Florentino y Marcos obtuvieron libertad, pero a Faustino Roxas ya no se le vio nunca.

El Tribunal del Pueblo condeno al acusado a 15 aņos de reclusion temporal con las accesorias, pagar una multa de P2,000 y las costas. El acusado apelo.

Los hechos relatados revelan que el acusado ayudo a los soldados japoneses en la captura de personas que estaban relacionadas con las guerrillas; ayudo en maniatar y maltratar a aquellas por no revelar el paradero de los guerrilleros, y aunque no hay pruebas de que el haya matado a alguna de tantas victimas, su ayuda, sin embargo, dio lugar a que un filipino hubiese sido muerto a sable; tres, decapitados; y Cirilo Jevera, fusilado como una gallina porque habia huido por miedo. Todo con infraccion del articulo 114 del Codigo Penal Revisado.

En defensa en cuanto al arresto de veintisiete personas en la Isla de Pasig, el acusado alega que el ano ayudo a los soldados japoneses en arrestar, ni en atar las manos de ellas porque el habia sido arrestado tambien por los japoneses en la casa de Elena Tolomoro. En cuanto a los arrestados en Quiagot, el declaro que no habia tomado ninguna participacion en el arresto ni en el maltrato de las personas ofendidas porque el habia sido tambien arrestado juntamente con su esposa e hijo.

Hemos revisado las pruebas y no hemos encontrado ningun dato que nos mueva a creer que los testigos de la acusacion hayan jurado en falso para perjudicar al acusado. Tampoco hemos hallado ninguna circunstancia que justifique la imposicion de la pena en su grado minimo. En nuestra opinion, la reclusion perpetua es la pena apropiada, teniendo en cuenta la extension del dano causado por los soldados invasores. La liquidacion en una noche de veintiseis varones de la isla de Pasig que, segun el mismo acusado, no llega a un kilometro de largo y menos de cincuenta metros de ancho, es igual, si no peor aun que la degollacion de los niņos inocentes.

Dictese sentencia impodiendo al acusado la pena de reclusion perpetua. Se confirma la decision apelada en todo lo demas con costas.

Moran, Pres., Ozaeta, Paras, Bengzon, Padilla, Tuason, Montemayor, Reyes and Torres, MM., estan conformes.


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